Ensayo

“Se iluminó el disco amarillo. De los coches que se acercaban, dos aceleraron antes de que se encendiera la señal roja. En el indicador del paso de peatones apareció la silueta del hombre verde. La gente empezó a cruzar la calle pisando las franjas blancas pintadas en la capa negra del asfalto, nada hay que se parezca menos a la cebra, pero así llaman a este paso.”

Comienzo de “Ensayo sobre la ceguera” (José Saramago)

“Escrito en el cual un autor desarrolla sus ideas sin necesidad de mostrar el aparato erudito.”

Ensayo. (RAE)

“Representación completa de una obra dramática o musical antes de presentarla al público.”

Ensayo general. (RAE)

Esta mañana al levantarme y ponerme en marcha he tenido la sensación de estar en los días previos a un concierto. Quien me conozca un poco sabrá de la importancia de la música en mi vida y también de la importancia que tiene para mí, en la medida de mis posibilidades, intentar hacer lo mejor posible cada cosa, lo que requiere de toda mi concentración, disposición, actitud, descanso e intención hacia ello. Puede parecer lógico pero yo sigo aprendiendo a hacerlo disfrutando de ello y sin que se convierta más en algo que me esclaviza que en algo que me construya.

Es común que en la medida en la que voy viviendo, mi nivel cognitivo y sensorial vaya asociando a cada situación, y de manera especial a las situaciones que puedo llamar intensas, una pieza musical diferente. Hay quien piensa en imágenes, quien lo hace en diálogos de películas o en otras asociaciones, y aunque por mi cabeza pase una pequeña mezcla de todas siempre predomina la música.

Hoy más que nunca se da todo esto. Los días previos – a falta de uno o de dos – a un concierto bien preparado, ensayado y cuidado, suelo percibir el nerviosismo sereno de quien espera una gran cita. Nerviosismo mejor traducido en inquietud y ganas, y sereno entendido como quien espera tranquilo y paciente a llevar a cabo aquello para lo que está preparado. Y no da igual el cómo salga fruto de un ego desmedido sino porque no da igual, porque se ha preparado a conciencia, porque durante el proceso se ha disfrutado pero también porque importa el cómo se ha de realizar.

Así me siento. Me encuentro en el día de ensayo general, en el día en el que se chequea hasta el último detalle, en el día en el que se visualiza la acción esperada y en el que se anticipan los posibles imprevistos para poder afrontar las sensaciones y los sentimientos que se puedan ir dando. Es el día en el que hago consciente lo preparada que me siento, el esfuerzo realizado durante los últimos meses y en el que encuentro la certeza de que el proceso creativo es donde he disfrutado, he construido y he re-aprendido. En pocas palabras, soy consciente de la importancia de haber sabido disfrutar del camino.

Ha habido algún día más complejo que otro, un par de entrenamientos no terminados – pero esos también suman -, algún bajón que otro ya que la vida se impone y el perseguir un objetivo y un sueño no está exento de las condiciones ambientales. No vivo en una burbuja y por lo tanto el mundo no se para en función de mis intenciones. Hay trabajo, preocupaciones, agotamiento, clases, imprevistos… pero sin duda alguna ha habido mucho más de otras condiciones, esas que hacen superar los imprevistos: ánimos, conciencia, trabajo, disciplina, superación, toma de conciencia, toma de decisiones, cariño, mucho humor y mucho amor.

Dicen que para que el concierto salga bien, en el ensayo general algo tiene que fallar. No sé qué pasará el domingo pero entiendo que ese “fallar” de hoy es tener ganas de correr y saber que no puedo y que no debo, que debo llegar con ganas.

Así que queriendo decir cómo me encuentro hoy, en este momento, en este minuto, esperando a lo que venga, me viene una canción a la mente. Hoy me encuentro así.

Hoy me encuentro bien, realmente bien, pero soy consciente de que esto es una elección, al igual que la música que llevas en el coche, al igual que la actitud con la que te enfrentas a un reto, al igual que el nivel de esfuerzo al que te has sometido y el cual has querido tolerar, a la necesidad de compartirlo con los demás y la intención que le has puesto a ese compartir, lejos de sustituir carencias y necesidades, y que todo eso a su vez determina el hecho de estar bien.

El pasado lunes un compañero de trabajo que lleva corriendo un par de años me preguntaba que si estaba preparada para el maratón y antes de que pudiera contestarle, él mismo, buscando mi complicidad, cuestionó mi sí. No lo hizo por falta de confianza en esa posibilidad sino porque siempre queremos más y los corredores solemos contestar más desde lo que nos ha faltado en la preparación que desde todo lo que hemos logrado. Me sorprendí a mi misma – y a él – al decirle que sí. Y es que es así, sí estoy preparada, independientemente de que hubiera podido prepararme mejor o al menos de otra manera. Esta sensación de logro me satisface y me hace enfrentarme al domingo con mayor confianza pero esto no hace que me relaje en la prudencia ya que un maratón no se corre solo con la piernas sino con la cabeza, un maratón no es un juego y a un maratón solo se le vence cuando se le mira con respeto.

No sé cómo lo haré el domingo, no sé qué pasará, no sé si lograré ver el crono en 3h59’59” que es el objetivo marcado y perseguido en estas semanas de preparación, pero lo que sí tengo claro es que he llegado al ensayo general siguiendo los pasos adecuados y feliz. Solo por eso ha merecido la pena, ahora solo queda rematarlo.

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